Se espera que la petrolera italiana ENI comience su producción en el Campo offshore noruego Goliat en unas pocas semanas. El proyecto, que ha costado u$s5.600 millones, podría alcanzar una producción de 34 millones de barriles de crudo anual en su segundo año en actividad.
Aún así, pareciera que ENI se enfrenta a una tendencia global, ya que otros posibles perforadores del Ártico en otras partes de la región están devolviendo o dejando expirar sus contratos, alegando altos costos y riesgos, entre otros factores. Las campañas ambientalistas satisfactorias y la concientización a nivel global – además de la voluntad política – sobre el cambio climático también han sido influyentes. Todo esto además del desplome de los precios globales del crudo por debajo de los 50 dólares el barril y el panorama de continua volatilidad de los mercados.
Teniendo en cuenta los altos costos de exploración y producción en el Ártico, los grandes riesgos que implica, sumados a las condiciones actuales del mercado, uno se podría preguntar por qué Shell, ENI y otras petroleras continuarían con sus proyectos. El motivo principal es el potencial del recurso. El Ártico contiene la mayor reserva de gas y crudo sin explorar. Según estimaciones del US Geological Survey realizadas en el 2008, el Ártico contiene 22% de los recursos hidrocarburíferos sin explorar en el mundo, con un total de 90.000 millones de barriles de crudo, 1.670 billones de pies cúbicos de gas natural y 44.000 millones de barriles GNL.
Pero estos recursos tienen un importante costo. Se estima que los proyectos en el Ártico de Alaska cuestan entre un 50 y 100% más que un proyecto equivalente en Texas. Shell lo comprobó. La compañía invirtió u$s6.000 millones en sus ambiciones del Ártico, y experimentó varios contratiempos de gran repercusión, incluyendo el abandono de su campaña de perforación en el Mar Beaufort luego de que su plataforma se encallara en 2012.
Para muchos opositores, el costo ambiental es simplemente muy alto. Ambientalistas como Greenpeace y el National Resource Defense Council, entre otros, aseguran que no hay manera segura de desarrollar el potencial de crudo y gas en las regiones del Ártico.
Los candidatos presidenciales demócratas de Estados Unidos concuerdan con esta postura. Hillary Clinton, Martin O’Malley y el independiente Bernie Sanders se han manifestado en contra de las perforaciones en el Ártico. Claro que las promesas de campaña son un indicador imperfecto de las
políticas que se realizarán en la gestión. Pero las compañías deberían ser sabias y tomar nota.
Además, con la creciente atención en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se llevará a cabo en París – y la posibilidad genuina de alcanzar un acuerdo global sobre las acciones a tomar -, existen varios argumentos para apoyar un recorte en esta exploración hidrocarburífera tan riesgosa.
En una carta publicada en la revista Nature en enero, científicos demostraron que el desarrollo de recursos de crudo y gas en el Ártico es “desproporcionado” en relación a los esfuerzos para limitar el promedio de calentamiento global a 2ºC.
Los bajos precios del crudo y, aún más importante, la volatilidad del mercado petrolero, son otros factores importantes. Hasta el gran explorador del petróleo del Ártico, Statoil, está comenzando a sentir el impacto. La petrolera nacional noruega anunció que no perforará ningún pozo en el Mar de Barents este año. La compañía lideró la campaña de exploración ártica más activa en el 2014.
Hubo una vez en que ENI tenía la concesión de 89 proyectos offshore en los mares de Beaufort y Chukchi, aunque luego dejó que muchos expiraran sin ser perforados.
Muchas compañías en Groenlandia, entre ellas Statoil y Engie, devolvieron sus licencias. Los altos costos, la falta de infraestructura y el clima dificultaron las perforaciones. El hecho de que la firma británica Cairn Energy no tuviera éxito comercial en su campaña de dos años influyó, sin lugar a dudas, en la decisión de otros.
Mientras tanto, la perforación en el Ártico es muy criticada en Noruega. Si bien no en el nivel de los “kayactivistas” de Greenpeace, los Demócratas Cristianos y el Partido Liberal se oponen a los esfuerzos del gobierno por redefinir las fronteras de hielo – que está disminuyendo gradualmente – y permitir a las compañías desarrollar áreas inexploradas de esta región.
Noruega mantiene su optimismo con respecto a que aquellas compañías que ven la caída de precios y las perspectivas del suministro desde el largo plazo aún estén interesadas en participar de su ronda de licitación que ofrece áreas en el Mar de Barents. Mientras tanto, no se espera que Shell tenga una producción comercial hasta el 2030, y los contratos que ofrece Noruega tienen un horizonte similar. Puede cambiar mucho para ese entonces.
(Artículo publicado en OilPrice.com. Traducido por ArgentinaShale.com)