La gestión del socialismo del siglo XXI, movimiento ideológico que Hugo Chávez fundó a comienzos de siglo, tiene como principal característica la gestión del Estado sobre toda la economía, la nacionalización de los recursos y la expropiación de buena parte de la propiedad privada cuando el gobierno decide convertir en bien público cualquier activo.
En 2003, tras un conflictivo paro, el fallecido líder bolivariano tomó la decisión de intervenir la compañía y reemplazar a 20.000 profesionales de la industria petrolera que habían hecho de PDVSA una empresa con ganancias, y en su lugar asumieron los militantes del chavismo.
Doce años después de aquellos sucesos, y con la petrolera convertida en el principal empleador de Venezuela, así como gestor de empresas de alimentos y otras industrias, la compañía estatal tiene una deuda de u$s46.153 millones.
PDVSA tiene bonos emitidos por u$s33.285 millones y posee certificados de inversiones, créditos, arrendamientos financieros y facilidades de pago por u$s8.127 millones, según publica el sitio Inteligencia Petrolera.
La compañía tiene deudas con más de una decena de empresas locales y subsidiarias, entre refinerías y otras actividades del sector.
Al totalizar la deuda de la industria petrolera venezolana, el monto alcanza los u$s86.000 millones.
El valor libro de PDVSA es hoy de u$S84.000 millones. Adicionalmente, durante el año pasado, Venezuela tomó otro crédito por u$s19.000 millones que se anota en los libros de la petrolera.
La gestión de PDVSA dista de ser la de una compañía petrolera, como pueden ser Pemex, Petrobras o YPF, empresas estatales que poseen una gestión autónoma (aunque el escándalo de los sobornos en Brasil evidencia que la línea que separa el poder de la intervención en las empresas es muy frágil). Hoy, las decisiones se toman directamente desde el Palacio de Miraflores; ya Hugo Chávez decidía desde ese lugar el destino de los ingresos de PDVSA, la creación de empresas subsidiarias cuya actividad no tienen vinculación con al petróleo.
Desde 2005, la mitad de los ingresos de PDVSA comenzó a derivarse directamente a Miraflores. De esa manera, la compañía petrolera inició un proceso de descapitalización que la dejó sin fondos para la gestión petrolera; de esta manera, la producción comenzó a caer, los pozos sufrieron la pérdida de mantenimiento, por ende, una caída de 600.000 barriles anuales, que no se han recuperado.
En cambio, la creación de PdVal, una productora y distribuidora de alimentos para la revolución, y los fondos destinados a la construcción de viviendas, tampoco dieron los mejores resultados porque han evidenciado focos de corrupción sin precedentes, denunciados por medios y publicaciones, donde muchos “ejecutivos” militantes del chavismo se convirtieron en propietarios de mansiones en EEUU, coleccionistas de caballos de carrera y de automóviles de lujo.
Un informe de Reuters revela que para que PdVsa recupere cierta estabilidad, necesita un barril de petróleo de u$S117, valores que hoy están al 50% de esas necesidades.