Rex Tillerson, designado secretario de Estado por el presidente electo Donald Trump, está abandonando Exxon Mobil con un paquete de retiro de 180 millones de dólares, una semana antes de las audiencias de confirmación de su nombramiento en el Senado.
De ser confirmado, Tillerson entregará todas las acciones no pagas que formaban parte de su paquete de remuneración: más de 2 millones de títulos. A cambio de ello, la empresa realizará un pago en efectivo equivalente a esas acciones a un fideicomiso supervisado por un tercero, de acuerdo con un documento presentado ante la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas en inglés).
Tal como se ha dispuesto la compensación, Tillerson renuncia a unos 7 millones de dólares en comparación con lo que hubiera cobrado de haberse retirado en marzo, como planeaba antes de su nombramiento.
Tillerson, quien trabajó en Exxon durante más de 40 años, habría alcanzado la edad jubilatoria obligatoria de 65 años en marzo, después de lo cual habría recibido el pago de Exxon a lo largo de 10 años.
Si Tillerson regresa a la industria de petróleo y gas en los próximos 10 años, el dinero en el fideicomiso será entregado a obras de bien público elegidas por el supervisor.
La designación de Tillerson genera un cúmulo de conflictos de interés difíciles de resolver. El depósito de los fondos en fideicomiso busca aquietar los temores de que las decisiones que tome como miembro del gabinete de Trump beneficien personalmente a Tillerson o a sus antiguos socios.
Darren Woods, con 25 años en la empresa, asumió la gerencia general de Exxon Mobil al comenzar el nuevo año.
Tillerson inició su carrera en Exxon como ingeniero de producción, apenas graduado de la Universidad de Texas en Austin en 1975. Sucedió como gerente general a Lee Raymond en 2006 y condujo la empresa durante uno de los períodos más turbulentos de su historia, con la crisis financiera de 2008 y el derrumbe de los precios del crudo desde mediados de 2014 que ha diluido en gran medida las ganancias de Exxon.