La provincia de Neuquén cuenta con 20 operadores petroleros en actividad. El gobernador Jorge Sapag grafica que en la cuenca canadiense de Alberta, de similares características geográficas y geológicas, operan 2000 empresas, es decir, un 10.000% más.
¿Cómo se puede lograr una revolución energética cuando las pocas empresas extranjeras que operaban en la región optaron por irse?
La salida de operadores comenzó a concentrarse en 2010, aunque la historia debe recordar que la crisis energética argentina fue consecuencia de las decisiones del gobierno de Néstor Kirchner, que mantuvo congeladas las tarifas de servicios públicos y combustibles, pero extendió su alcance a un decreto que llevaba la firma del polémico Guillermo Moreno: en Argentina el barril de petróleo se vendía a u$s42, mientras que en el mercado internacional el precio llegó a u$s130. Esa medida coronó el “modelo” que llevó a que Argentina hoy tenga un déficit que la obliga a importar petróleo, gas y en ocasiones, electricidad.
En 2010 se inició el plan de concentración. Petro Andina Resources cedía a la oferta inicialmente hostil de Pluspetrol, que pretendía quedarse con las operaciones de la firma canadiense. La venta se concretó por u$s326 millones.
En el 2011, tras el triunfo de Cristina Kirchner, se impuso el cepo cambiario, que entre muchas otras cosas prohibió el envío de utilidades a las casas matrices de empresas internacionales, y mediante la gestión de Guillermo Moreno se obligó a las empresas a reinvertir sus utilidades.
En octubre de 2014, Pluspetrol redobló su jugada y se quedó con las áreas de la norteamericana Apco Oil & Gas, por la que paga u$s420 millones.
YPF se quedó con las operaciones de la petrolera Apache, una reconocida firma de EEUU; la operación se hizo por u$s800 millones. La firma norteamericana llevaba casi 20 años en el país.
La refinería y la red de estaciones de servicio de Exxon Mobil quedaron en manos del grupo BRIDAS, de la familia Bulgheroni, mientras que Tecpetrol abonó u$s63 millones para quedarse con las áreas de AmericasPetrogas, empresa que redujo sensiblemente sus operaciones en Argentina, según publica el periódico Los Andes.
La noticia más reciente sobre la decisión de Petrobras de abandonar sus operaciones en Argentina, y que se espera que el precio de venta supere los u$s1.000 millones, tiene la particularidad de que la firma brasileña convocó a YPF, PAE, Pluspetrol y Tecpetrol, todas empresas argentinas. Ni siquiera parece interesarse en buscar firmas globales.
Salvo Chevron (con su acuerdo con YPF), la china SINOPEC (cuestionada por los despidos en la Patagonia) y los anuncios de inversión de la malasia Petronas, la República Argentina, donde se encuentra la tercera reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo, con una cuenca neuquina de probadas reservas convencionales, no ofrece atractivo para la llegada de inversores extranjeros.
Ley de Hidrocarburos y cepo cambiario
En noviembre de 2014, el Congreso argentino aprobó la ey de Hidrocarburos, una "ley necesaria”, tal como la definió el abogado Julio Fonrouge, experto en petróleo y gas. Pero si bien la norma sienta las bases necesarias que garantizan seguridad jurídica para las inversiones, sobre todo en materia de periodos de concesión, la vigencia del cepo cambiario, múltiples tipos de cambio, default selectivo y la siempre amenazante Ley de Abastecimiento, actúan como frenos a cualquier interés de firmas internacionales.
Las empresas locales no cuentan con los fondos suficientes ni el financiamiento internacional necesario para lograr las metas de autoabastecimiento que Argentina podría lograr.
Mientras que YPF, la firma con mejor calificación internacional, paga 9% anual por emitir deuda, empresas de EEUU mucho más pequeñas, con niveles de deuda de hasta 6 veces su valor de mercado, pagan 8 por ciento.
La paradoja de Argentina es que el discurso del autoabastecimiento y los actos que inauguran nuevas obras, son una gota en el mar si se analizan las oportunidades que el país ha perdido por poner en práctica políticas intervencionistas, excesivamente regulatorias y por poner en práctica ideas permitidas sobre nacionalismos y proteccionismo en la era del comercio global.