El yacimiento petrolero Kashagan, en las aguas de Kazakstán al norte del Mar Caspio, fue descubierto en el año 2000. Se suponía que a día de hoy debía producir 12 millones de barriles diarios, una cantidad suficiente para abastecer las necesidades de consumo de España.
Sin embargo, el que tenía que ser el mayor yacimiento de crudo descubierto en los últimos 30 años operado por las empresas Exxon, Shell, Total, ENI y la estatal kazaja KazMunaiGaz, se ha convertido, según “The Economist” en un “fiasco total”, después de que el ministro de gobierno admitiera que hasta 2016 no se podrá reanudar la actividad.
El primer chorro de crudo salió a la superficie en 2013, ocho años después de lo previsto con una inversión de 43.000 millones de dólares, 30 mil más de lo estimado. Esa producción duró sólo unas semanas por unos escapes de gas venenoso que obligaron a suspender las tareas.
Las autoridades medioambientales kazajas multaron al consorcio con 737 millones de dólares por quemar ácido sughídrico, que al ser corrosivo dañó las estructuras y su reparación costó otros cinco millones de dólares.
Fuentes internas y anónimas consultadas por el semanario británico atribuyen el fracaso del yacimiento a las injerencias del Estado que “busca aumentar su participación en el proyecto”. Un panorama que parece no atraer a nuevos inversores con los 10 millones de dólares que se necesitan para llevar adelante el yacimiento de Kashagan.