Apalancada en la colosal formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, Argentina ha logrado este año recuperar el superávit en su balanza energética, mientras sueña con dar un salto exportador de magnitudes y proyecta millonarias inversiones para conseguirlo.
Salvo en 2020 -un año anómalo por los efectos de la pandemia-, Argentina desde 2011 ha registrado déficit en su balanza energética, un pesado lastre para su maltrecha economía.
Pero, de acuerdo a datos oficiales, en los primeros ocho meses de este año ha acumulado un saldo positivo de 3.157 millones de dólares y, según proyecciones oficiales y privadas, podría cerrar 2024 con un superávit de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares.
"El giro de la balanza comercial de combustibles se explica por una subida en las exportaciones y una significativa caída de las importaciones", señaló a EFE Luciano Codeseira, director ejecutivo de Gas Transition Consultant.
Las exportaciones de crudo, gas y otros energéticos crecieron en los primeros ocho meses del año un 25,5 % interanual, a 6.407 millones de dólares, mientras que las importaciones se desplomaron un 47,5 %, a 3.250 millones de dólares.
"El cambio es estructural y creciente para los próximos años. La clave será la inversión en nueva infraestructura y el desarrollo de los mercados de exportación. Y es esperable que las importaciones sigan a la bajada", apuntó Codeseira.
El quid de este cambio es Vaca Muerta, en el suroeste de Argentina, la segunda mayor reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo de este tipo, que comenzó a ser explorada por la petrolera YPF, controlada por el Estado argentino, en 2013 y que, desde entonces, ha recibido inversiones por 50.000 millones de dólares para su desarrollo.
Una década después, la producción es récord, lo que ha permitido a Argentina no solo reducir sustancialmente su necesidad de importación estacional de gas sino también contar con crecientes saldos exportables de hidrocarburos.
Vaca Muerta, en donde también operan petroleras como Shell, ExxonMobil, Chevron, Total, Wintershall, PAE, Pluspetrol y Pampa Energía, entre otras, ya representa el 52 % del petróleo y el 60 % del gas que produce Argentina.
Las recientes obras de ampliación de gasoductos y oleoductos han incrementado la capacidad de transporte y exportación.
Argentina exporta gas natural a Chile y en breve lo hará a Brasil a través de la red por la que antes importaba gas desde Bolivia, mientras que sus principales compradores de crudo son Estados Unidos, Chile y Brasil.
"La economía de los proyectos de exportación de crudo es muy positiva. Con los precios actuales, la rentabilidad de Vaca Muerta es muy alta. Y el recurso es amplísimo, hay mucho para sacar y exportar", señaló a EFE Nicolás Gadano, economista jefe de Empiria Consultores y académico experto en el sector energético.
La ampliación del oleoducto Oldelval y la construcción del oleoducto Vaca Muerta Sur hacen prever un importante salto en las exportaciones de crudo, mientras que el multimillonario proyecto liderado por YPF para producir y exportar gas natural licuado (GNL) podrían convertir a Argentina en el quinto proveedor mundial de ese combustible hacia 2030.
"El futuro es muy prometedor, con un sector consolidado como gran exportador, con su núcleo central en el petróleo. Si la macroeconomía argentina sigue siendo floja, de todos modos el sector va a crecer. Pero si la macroeconomía se estabiliza, va a crecer muchísimo. La única amenaza seria es la volatilidad de los precios internacionales", apuntó Gadano.
Según proyecciones del sector, el superávit energético de Argentina seria de entre 7.500 y 13.000 millones de dólares en 2025, mientras que las exportaciones podrían trepar a 30.000 millones para 2030.