Arabia Saudita siguió siendo el mayor proveedor individual de crudo de China en junio, por delante de Rusia, aunque los envíos saudíes al principal importador de petróleo del mundo cayeron un 19 por ciento el mes pasado en medio de unas menores importaciones globales, según datos oficiales de las aduanas chinas citados por Reuters.
En junio de 2021, China importó 1,75 millones de barriles por día de crudo saudí, indicó la Administración General de Aduanas de China. Este volumen fue superior a los 1,62 millones de barriles diarios de importaciones de crudo procedentes de Rusia, manteniendo al Reino por delante de Rusia como principal proveedor de petróleo de China por octavo mes consecutivo, según los datos citados por Reuters.
Los datos de las aduanas de China mostraron que las refinerías locales no importaron crudo de Irán ni de Venezuela, los dos miembros de la OPEP sometidos a sanciones de Estados Unidos que restringen sus exportaciones de petróleo.
Sin embargo, extraoficialmente, China sigue importando petróleo de Irán, a menudo camuflado como procedente de otros países, incluso de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), según informes anteriores de Reuters.
En los últimos meses, China ha frenado las importaciones de crudo en general, debido a la subida de los precios del petróleo y a la represión gubernamental de las operaciones de algunas refinerías independientes.
Las importaciones chinas de crudo se redujeron a unos 9,77 millones de barriles diarios en junio, un 2 por ciento menos que en mayo y el nivel mensual más bajo desde principios de año, según datos aduaneros citados por Reuters la semana pasada.
En la primera mitad del año, China importó 260,66 millones de toneladas de crudo, o 10,51 millones de barriles diarios según las estimaciones de Reuters. Esto supuso un descenso del 3 por ciento en comparación con el primer semestre de 2020. La cifra del primer semestre se vio impulsada por el aumento de las importaciones de las refinerías independientes.
Sin embargo, desde el primer trimestre, Pekín ha empezado a tomar medidas drásticas contra las petroleras, ya que la producción de combustibles, tanto en las refinerías independientes como en las grandes empresas estatales, estaba aumentando más rápido que la demanda, socavando los márgenes de refinado y creando un exceso de oferta.