El huracán Harvey ha provocado un incremento en los precios de combustibles en Estados Unidos, causando cambios temporales en el flujo de petróleo en todo el mundo al afectar una gran porción de la capacidad de refinación estadounidense.
Pasarán días, incluso semanas, antes de que el sector energético del sureste de Texas vuelva a operar a su capacidad habitual mientras lidia con las inundaciones dejadas por la tormenta Harvey.
La región entre Corpus Christi, Texas, en donde Harvey tocó tierra, y la frontera con el estado de Luisiana, representa alrededor del 3 por ciento de la economía estadounidense y es un crucial mercado de exportación del crudo y otros químicos.
Esta semana, la refinería más grande del país -que ya operaba por debajo de la mitad de su capacidad- cerró por completo. La planta de Motiva Enterprises en Port Arthur, Texas, operada por una unidad de la petrolera paraestatal de Arabia Saudita, fue la última ficha de dominó en caer entre las refinerías de la costa del Golfo de México.
Podrían pasar al menos dos semanas antes de que las grandes refinerías del área de Houston se puedan recuperar de las históricas precipitaciones y retomar sus operaciones habituales. Eso asumiendo que no hayan sufrido daños graves, lo que al momento se desconoce.
Harvey no es la primera gran tormenta en azotar las refinerías de la costa del Golfo de México, pero la industria petrolera ha sufrido grandes cambios desde que tuvo su última interrupción de gran magnitud a causa del huracán Ike en 2008.