La lenta recuperación económica de la pandemia amenaza con retrasar el pleno repunte de la demanda mundial de energía hasta el año 2025, indicó la Agencia Internacional de la Energía.
En su escenario central, tener una vacuna y tratamientos terapéuticos COVID-19 podrían significar que la economía mundial se recupere en 2021 y la demanda de energía lo haga para 2023, dijo la IEA, un organismo que asesora a los gobiernos occidentales en materia de política energética, en su informe anual de Perspectivas de la Energía Mundial.
Pero en un “escenario de recuperación retrasada”, la línea de tiempo se retrasa dos años, dijo.
En tal caso, la IEA predice que “una caída más profunda a corto plazo erosiona el potencial de crecimiento de la economía, el alto desempleo desgasta el capital humano, y las quiebras y los cambios económicos estructurales significan que algunos activos físicos también se vuelven improductivos”.
La IEA, con sede en París, prevé que la demanda mundial de energía caiga un 5 por ciento en 2020, que las emisiones de CO2 relacionadas con la energía desciendan un 7 por ciento y que la inversión en energía baje un 18 por ciento.
La demanda de petróleo se reducirá en un 8 por ciento y el uso de carbón en un 7 por ciento, mientras que las energías renovables experimentarán un ligero aumento.
En general, el supervisor de energía dijo que era demasiado pronto para decir si la pandemia había actuado como un estímulo o un revés para los gobiernos y el sector de la energía en su intento de hacer la industria más sostenible.
El jefe de la IEA, Fatih Birol, dijo a la agencia Reuters que los responsables políticos se estaban quedando atrás: “Estamos lejos de alcanzar nuestros objetivos climáticos con las políticas existentes en todo el mundo”.
“La era del crecimiento de la demanda mundial de petróleo llegará a su fin en los próximos 10 años, pero en ausencia de un gran cambio en las políticas gubernamentales, no veo una clara señal de un pico. Un rebote económico mundial propiciaría que la demanda de petróleo volviera pronto a los niveles anteriores a la crisis”, dijo en una entrevista.
La incertidumbre sobre la demanda futura y la caída del precio del petróleo en 2020 podrían significar que los productores de petróleo no estén seguros de cómo calibrar unas decisiones de inversión que pueden desajustar la oferta y la demanda, avivando la futura volatilidad del mercado, advirtió la IEA.
En su escenario central, la IEA predice que “la inversión en ‘upstream’ (exploración y producción) se recupera desde el suelo de 2020, apuntalada por un aumento del precio del petróleo a 75 dólares por barril para 2030. Sin embargo, no está claro si esta inversión llegará a tiempo y, si llega, de dónde vendrá”.