En medio de la polémica campaña de prospecciones en el archipiélago, la compañía Repsol ha iniciado este martes el primer sondeo en busca de petróleo en Canarias. Unos trabajos que se han desarrollado con absoluta normalidad y que están previstos que duren dos meses en el pozo <<Sandía>>, a 54 kilómetros de Fuerteventura y 62 de Lanzarote. La profundidad total del sondeo se estima que puede llegar casi a los 3.100 metros, aunque el primer objetivo de la empresa ronda los 1.900 metros.
"Puedo anunciar que ha empezado el sondeo exploratorio Sandía en el punto exacto en el que se determinó que se va a llevar a cabo una investigación de hidrocarburos y, por lo tanto, todo está en marcha ya", ha explicado el portavoz de la compañía, Marcos Fraga, en declaraciones a Radio Nacional de España.
Fraga ha destacado que los trabajos iniciados esta mañana son "actividades de precisión" y ha asegurado que se están realizando "con todas las medidas de seguridad". Medidas que, según el portavoz de la compañía, "son extremas".
La prospección se realiza desde el buque Rowan Renaissance, un barco de posicionamiento "dinámico de última generación" que se puede mover mientras perfora. Según cifras publicada por el diario El Pais, el alquiler de este buque cuesta aproximadamente un millón de euros al día y cuenta con capacidad para realizar sondeos a profundidades "cuatro veces superiores" a las que se va a realizar en Canarias. Todo el material que se recoge de las perforaciones pasa al buque de posicionamiento, donde se lo analiza y posteriormente es trasladado a los barcos escolta de apoyo con que cuenta la compañía.
Repsol está autorizada por el Ministerio de Industria, en una resolución publicada en el BOE el pasado agosto, a un máximo de tres prospecciones frente a las costas de Fuerteventura y Canarias. La que se ha iniciado esta mañana es la primero y, en función del resultado, la compañía decidirá si acomete la segunda, bautizada como Chirimoya, ya que cada una supone una inversión de más de 100 millones de euros.
El descubrimiento de petróleo permitiría a España reducir la factura energética en 30.000 millones de euros en 20 años y proveer el diez por ciento del consumo de petróleo, con una producción de 130.000 barriles al día, que aliviarían un consumo diario de 1,3 millones.