Los principales candidatos presidenciales de Argentina han respaldado la continuidad de Miguel Galuccio al frente de YPF. Desde los equipos de Daniel Scioli y Mauricio Macri se elogia la gestión y resultados del CEO de YPF. En cambio, Sergio Massa fue quien marcó diferencias y adelantó que si llegara a la Casa Rosada, Galuccio dejaría su cargo.
No caben dudas de que el ingeniero Galuccio es una persona preparada y tiene una experiencia internacional importante. Entre sus logros, pudo revertir la caída en producción de crudo y gas natural, también durante su gestión, YPF compró los pozos activos de Apache y Petrobras y entabló una relación comercial importante con Chevron.
Sin embargo, los inversores no parecen estar aprobando su gestión con una nota tan alta.
Para empezar, la actual YPF no tiene nada parecido con la YPF de Repsol.
Años atrás, la compañía "Repsol-YPF" percibía por cada barril de crudo producido en Argentina un precio bastante menor al del mercado internacional (un decreto fijó el valor del barril en u$s42 cuando el BRENT duplicaba ese precio). Además, el gobierno le había prohibido a la empresa que subiera el precio del litro de combustible al público.
La "nueva reestatizada YPF" percibe un valor por barril producido de u$s77, unos u$s20 más que el valor actual del BRENT en el spot market, y los precios de los combustibles se incrementaron más de 215% desde la estatización. Argentina está en recesión económica, y mientras en otros países, llenar el tanque es más barato que hace dos años, en el país sudamericano los consumidores pagan mucho más.
Desde que se comenzó a hablar de la re-nacionalización de YPF a principios del 2012, el precio de las acciones de la empresa en el New York Stock Exchange (NYSE) ha caído más del 40%. Se podría decir que la mayoría de las acciones del sector cayeron; Chevron perdió un 16% y ExxonMobil cayó 9.5%, bajas muy inferiores a las que experimentó YPF.
Sin embargo, tal vez no sea justo comparar YPF con estas megaempresas multinacionales. Para usar una comparación más cercana, tomé información financiera de otra compañía del sector en Sudamérica, Petrobras.
Como es bien conocido, Petrobras se encuentra seriamente endeudada e inmersa en un escándalo de sobornos sin precedentes que ya llevado a la cárcel a funcionarios de la empresa, políticos y empresarios. Por eso, para paliar su situación financiera, Petrobras ya redujo significativamente sus gastos de producción, ha salido a vender algunos de sus bienes y ha buscado capitales en el mercado financiero.
Cualquiera que hiciera una comparación diría que claramente YPF es una empresa que está mejor gestionada que Petrobras, sin embargo, las tasas de interés que paga la empresa argentina son mayores que las debe afrontar Petrobras, aún con el escándalo de corrupción a cuestas.
En otras palabras, YPF vendió bonos por una cantidad menor a Petrobras pero ofreciendo pagar tasas mayores porque los inversores dudan de los resultados y la dirección de la empresa estatal durante la gestión Galuccio. En EEUU, por ejemplo, Goodrich Petroleum, una compañía mediana que se especializa en explorar y producir shale oil, ha visto su precio de acciones colapsar, sus deudas equivalen a 6 veces el valor de lo que cotiza en la bolsa, y sin embargo, recientemente consiguió capital pagando una tasa de 8% anual, una tasa más baja que la que pagó YPF.
YPF sufre por el costo argentino (inflación, nacionalización de empresas, diferentes precios del dólar, restricciones al libre comercio, etc.), por estar ligado al gobierno nacional (el ministro de Economía forma parte de su directorio), porque un juez de New York, lugar que este gobierno eligió para darle jurisdicción a la deuda, puso al país en default-técnico-jurídico y por la caída abrupta del precio del crudo. ¡Externalidades siempre ocurren!
Ahora bien, YPF parece no estar al tanto de la tendencia mundial en ahorrar dinero mientras no aumente la demanda de crudo y los precios futuros no superen los 75 dólares por barril; parece estar obsesionada (seguramente también presionada por el gobierno nacional) en seguir explorando y produciendo (E&P) no convencionales cuando la gran mayoría de las empresas del sector, incluyendo Petrobras y Pemex, han reducido sus gastos de E&P.
También, los muchos Chevrones que Miguel Galuccio dijo que se necesitaban a fines de 2013 aún no han llegado. Sólo Chevron ha apostado en el país. Hasta ahora se calcula que Chevron gastó aproximadamente u$s3.000 millones, aunque este año invertirá menos en la perforación de pozos. El ex presidente de Shell, Juan José Aranguren, sostiene que la Argentina debería recibir inversiones por entre u$s25.000 y u$s35.000 millones para salir del problema energético.
Para colmo, Ali Moshiri, el responsable de Chevron para América Latina y África y el socio comercial número 1 de YPF en los no convencionales, es Iraní. No sería de extrañarse que tras la aprobación del pacto nuclear de Irán con Occidente, personas como Moshiri se enfocasen en esa región dados los menores costos de producción, abundancia de convencionales y cercanía con Asia, donde se encuentran algunos de los mayores consumidores de petróleo.
Se estima que el costo de producción en Irán es de 10 a 15 dólares por barril, mientras que el costo de producción en Vaca Muerta no baja de los 65 dólares por barril, según el mismo Galuccio.
En síntesis, la gestión de Galuccio en YPF no parece reflejar grandes resultados como aducen algunos candidatos presidenciales, y los inversores definitivamente no acompañan esa visión tan optimista. Tal vez, el ingeniero siga al mando de YPF pase lo que pase después del 10 de diciembre, pero ¿debería seguir?